Vuelvo para poder irme…

Me fui sin mirarla. Tome mi bolso con ropa y me fui junto con algunas estúpidas ideas en la cabeza, que no me anime a decir. Me fui masticando bronca, sin estar convencido realmente de todo lo que debía abandonar. Camine hacia el auto sin detenerme, guarde el bolso en el baúl, me subí tras el volante y me quede inmóvil pensando, sin poder dar marcha al vehículo. De escapar así, huyendo sin un explicación, el perdón tardaría años en llegar. Tuve que volver sobre mis pasos, agachar la cabeza y hacer mi descargo. Al cruzar la puerta de entrada, ella estaba ahí. Me arrodille en el suelo y aun sin poder mirarla, respire profundo…

– ¿Qué haces?

– Vine para poder irme. Te juro que tuve que volver porque no me perdonaría jamás, si tan solo me voy. Necesito sacarme las culpas por falta de conciencia. Supongo que es un síntoma de respeto, para no quedar como un mal recuerdo, generando rencor a través de los años. Vengo a reparar el daño antes de irme, a disculparme por no saber reaccionar de otra manera. La separación es inevitable, no quiero abandonarte y necesito que me perdones antes de irme…

– No entiendo Javier. Hace 10 minutos dejaste en claro que no ibas a perdonarme jamás el haberte engañado y ahora venís a disculparte…

– Callate loca, le estoy hablando a la perra. A vos no te voy a perdonar en la puta vida…