EL CAMPEONATO DE MI VIDA · Relatos de fútbol

Estamos en la «B»

Mi novia me seguía a donde fuera, fiel a su estilo. Se iba a la cancha de tacos y saltaba como cualquiera. Aunque de fútbol no entendía un carajo, con decir que estuvo una semana para entender la ley del fuera de juego. Eso sí, le metía unas ganas. Me decía que para que yo entendiera las cosas que quería, ella primero debía entender el fútbol para poder utilizarlo como base y que habláramos el mismo idioma. Como si a mí no se me pudiera hablar de otra cosa que no fuera de fútbol. Era preocupante comprender que me creía tan básico y peor aún era descubrir que bien le funcionaba.

– Si yo no la banco, vos la odias conmigo ¿entendés? no podes hacerte amigo de ella. Es tan malo como que Riquelme vaya a jugar a River, le haga un gol a Boca y se lo grite en la cara a la doce. Es traición, ¿Entendés boludo? –

Si, boludo. Que boludo era perfecta. Explicaba tan bien las cosas, le ponía onda a todo. Yo creo que me hice a la idea de que nunca iba a perderla. Me acostumbro a que nada estaba mal si a uno de los dos le hacía bien. Acepto mis ridiculeces, me dejo ponerle Messi al perro, Román a la tortuga y Ortega al borracho del tío. Me hizo entender que los logros individuales están buenísimos pero que éramos un equipo, que atacamos y defendemos juntos; que los goles no importa quién los haga los gritamos los dos; que no siempre se puede salir jugando, que cuando hay que reventarla si sale de la cancha mejor; que no tenemos suplentes, ni técnico; que si le duele la cabeza el partido no se suspende y que con la cancha embarrada se juega igual. Teníamos un lindo equipo. Ella era mi arquera, me atajaba todos los quilombos. Y eso que para patear quilombos soy un campeón, pero ella me los descolgaba del ángulo. Estábamos bien y lo más importante es que su familia me aceptaba. Estábamos bien pero claro, no hay dos capitanes en un equipo. Mejor dicho, en cancha hay un solo capitán por equipo y a mí no me gusta ser suplente. Tenía que aceptar que de los dos, solo ella razonaba coherentemente pero dolía no ser el goleador. Empecé a hacer mal las cosas, por atolondrado, por querer figurar en la tapa del diario del lunes. Y si, los reclamos venían siempre por el mismo lado, mi relación estaba rompiendo mi vida amorosa… con el fútbol.

–  ¿Otra vez partido? Pero si jugaron el fin de semana pasado –

– Futbol hay todos los días mi amor –

No podía hacerle entender que no era una película repetida. Ya las discusiones eran rutinarias, empezamos a  querer ser gol de campeonato, dejamos de querer empatar cuando aprendió que de visitante valía doble. La obligue a jugar partidos con la hinchada en contra sin darme cuenta que me estaba yendo al descenso. Jamás me voy a perdonar descender con vos. Pero  al momento estaba ciego, empecé a comportarme como un chico rebelde y absurdo. Estaba convencido de que tenía que elegir, que era una cosa o la otra, que el plan era uno solo. Estúpido de mi parte, un día llegue a casa y fue como jugar sin hinchada, las tribunas estaban vacías y solo me dejo una carta.  Algo fría si se quiere analizar, me merecía un partido despedida.

“Maradona o pele. Messi o Ronaldo.” Así arrancaba y continuaba con muchas más alegaciones futbolísticas.

“Cuelgo los botines con vos mi amor, me canse de entrenar para comer banco y que nunca me pongan de titular. Te paso lo mismo que a Sabella en el mundial, por no tener un plan “B” perdiste con el plan “A”. No me tiras ni un centro, te la doy redonda al pie y me devolvés un ladrillo a la cabeza. No te estoy sacando doble amarilla, esto es roja directa y  la sanción es peor que la de la FIFA a Suarez, comes fechas de por vida. Para que quede bien claro, no hay repechaje, siamo fuori. Yo te quiero pero vos no compraste mi pase, me tenias a préstamo y se te venció el contrato ¿entendés? Yo con vos quería jugar en primera pero la cagaste, machaste la pelota. No te bancaste la camiseta. Espero que cuando abras el mercado de pases para la próxima temporada, bajes un poco la vara o te van a rescindir todos los contratos.

Abrazo fuerte de gol al minuto noventa contra Brasil, en la final del mundial.

PD: Nunca te lo dije pero, soy de River Plate.”

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